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3.




Podría empezar desde el final, pero en realidad por ahora no hay final. Aunque es lo bonito de escribir. Se puede comenzar desde donde te de la gana sin apenas perder su sentido. Podría hacer algo oscuro y dramático pero no seria divertido.



Como muchos otros, he recorrido ciertas ciudades en busca de trabajo. Creo que repartí mas de 500 currículum por Manchester. Al final pude encontrar trabajo en Alemania.


Fue cuestión de insistencia y preocupación. Mi madre consiguió inscribirme en un programa Europeo gestionado por alemanes y termine viviendo bajo una familia católica del sur de Alemania.


Hasta ahí todo bien. Un día me invitaron a subir a su cocina para comer todos juntos, fueron muy educados y atentos conmigo. Pero había algo en ese comedor que me producia cierta angustia e incomodidad. Un jodido cristo del tamaño de una muñeca, o incluso mas grande aun, a un lado de la cocina, colgaba de un crucifijo de lo mas exagerado. Preferí no prestarle mucha atención e ignorarlo, supongo que me dije a mi mismo “ es solo otra cultura, son creyentes y lo expresan de esa manera, al igual que lo haría un punk con su cresta, en algo hay que creer”.


Paso cierto tiempo hasta que mi ignorancia del lugar dio su fruto mas estúpido e incomodo. Al parecer no solo era otra cultura, sino que incluso había ciertas reglas no contadas sobre internet que había que respetar.


Dada mi soledad, no solo lingüística, sino que también física, comencé a utilizar herramientas para bajarme películas y discos de musica para no sentirme tan aislado y angustiado.


Un día llego una factura de unos abogados. Al parecer estos tipos se aprovechaban de incautos como aquí, el presente ignorante, para crear una deuda de infracción de ley de descarga inexistente, y culpar de ese modo al titular de una cuenta telefónica, el cual, evidentemente no era yo, sino que el dueño de la casa quien me alquilaba una habitación.


Al final me vino el dueño y patriarca de la casa gritándome “was machst du mit internet!!”

y yo no tenia ni idea de que cojones me estaba hablando. Pensé que yo había cambiado internet o de alguna manera lo había alterado, desde mi española conciencia eso no tenia sentido.

El tipo, un hombre trabajador, católico y de buena familia me preguntaba “que has hecho tu con internet??!!” yo no entendía nada. Tan solo que estaba cabreado conmigo por algo que había hecho.


Me dio igual. Lo único que recuerdo son las discusiones acaloradas, con su hijo en alemán, que se escuchaban desde debajo mientras me fumaba un cigarro.


Fue de lo mas surrealista. Yo lo único que pretendía era trabajar y aprender todo lo que pudiera. La ignorancia de culturas a veces dan situaciones de lo mas extrañas.


En definitiva, vino un tipo amigo del hijo de la familia y me explico la situacion. Hasta entonces no comprendía porque tenían que pagar por algo que no se debería. Este tipo era hijo de un emigrante español que al igual que yo llego con lo puesto y la motivación del trabajo, de una cierta dignidad con la que vivir una vida respetable. Me dijo que eso aquí no lo podía hacer y que debía de pagar con euros su deuda.


Yo lo tenia claro. No pensaba pagar nada. Principalmente por dos razones. Porque no me daba la gana y porque no tenia el dinero.

Solo recuerdo sus gritos desde el piso de arriba mientras el cristo crucificado era presente de todo aquel circo. Me sentía como ese tipo de la peli de “Ratas a la carrera”. En la que la tía del hotel le recita todos los títulos de las películas porno que habían comprado desde su habitación. No es broma. El tipo alemán, de unos 50 años, de lo mas amable y agradable me leyó la cartilla de internet en forma de factura : “tetonas cachondas uno y dos”.... tal y tal y cual. Me sentía como el puto Mr. Bean. Totalmente fuera de lugar, como un payaso sin circo.


El hombre de la casa que la empresa en practicas me había conseguido gracias al programa Europeo, era un tipo gordito, de un carácter alemán bastante marcado y siempre ocupado, cuando me miraba parecía que tan solo mi presencia lo ofendía. Un día me fije en la bandera que colgaba de su impresionante casa de jardin y sus placas solares que ocupaban todo el tejado, y recordé la bandera española. La cual algunas tienen como un águila y otras no. Esta bandera alemana la tenia y por alguna estúpida razón para saciar mi curiosidad, se lo pregunte, le pregunte porque la tenia. Se subió los pantalones de la forma en que un obrero agobiado por su trabajo lo haría y me dijo “esto no es Brasil ehhhh, esto no es Brasil esto es Alemania”. A saber que cojones quiso decirme ese gracioso señor con su contrariada respuesta.


Por un momento me lo imagine en el carnaval de Brasil, alocado con una copa de champán en la mano mientras alzaba sus manos al son de los tambores y las girnaldas del momento. Supongo que para el aquello era Brasil: fiesta.


Recuerdo que por entonces Brasil vivía una de sus peores épocas económicas. Lo recuerdo por los disturbios que mostraban las noticias y por su falta de trabajo. Lo recuerdo por el mundial de futbol.


Generalmente las banderas de los países suelen ser bastante feas, sin ningún gusto estético, pero puede que la Brasileña, junto con la Jamaicana, sean de lo mas vistosas, al menos agradables a la vista. En ella (en la brasileña) se puede leer Ordem e Progresso”.

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Todo desde aquí, Nuremberg, me recuerda a una frase de una cancion de Berri Txarrak “ ezin esan, ezin egin
ezin pentsa, ezin senti
dena da hemen debekugai”.  

Hay quien cree que la censura es necesaria. Aun hay gente que concibe el presente como el “jin y el jan”.


Hay un jugador del Real Madrid que es Aleman. Un dia en una rueda de prensa utilizó la escusa de que “en Alemania se habla Aleman” para no soltar palabra en espannol.

Es algo de lo mas logico. Sin embargo hay un profesor, al menos tiene el maletin de dicha profesión, que lo dudaba ante una clase de inmigrantes sin trabajo.


Es difil de comprender dada su multiculturalidad y por supuesto el idioma. Me siento como un Hobit en Alemania. Es como la cancion de Genesis.


“Too many people

Making too many problems

And not much love to go round

Can't you see

This is a land of confusion.”


Pero por otra parte, esta región es como el Athletic de Bilbao. No importa tu bandera ni tu origen ni cuanto valgas. Aquí se lucha o te vas a casa.


Supongo que en parte es lo que creo que mi familia quiere.


A veces creo que soy como un anuncio de esos de las ONG de la tele, esos en los que sale un ninno africano desnutrido y rodeado de moscas, mientras llora a llanto perdido, y sus huesos toraficos parece que lo traspasan fuera de la piel.

Siempre que sale ese anuncio todo el mundo cambia de canal. Nadie lo quiere ver, lo unico que quiere es hacerlo desaparecer con un simple apreton de dedos en un mando a distancia.


Así es como creo que me ve mi familia a veces.


Supongo que sera la soledad de no entender nada. Esta parte del sur de Alemania tiene sus partes buenas y las podría realzar como lo haría un “negro” con el trabajo autobiografico de algun “famosillo” de turno. Pero es muy difícil edulcorar, satirizar o realzar las virtudes, sus pros, mientras hay tantas contras, tantos pesimismos subjetivos.


Es la soledad ignorante del inmigrante el que vocea sin aguante. Es la soledad del verbal agonizante quien parla sin respetar ninguna autoridad del bien hablante. Es la bocaza del mal estudiante. La palabra del delirante. La lengua de algún rapero disonante.


Después de pasar tanto tiempo sin trabajo te das cuenta de que te tienes que mover. Lo haces con la ilusión de descubrir otras culturas, de recorrer todo aquello que has visto , leído o aprendido. Supongo que los países pueden llegar a ser como otro mundo. Tienen su encanto por descubrir, su apariencia por desvelar y su lado malo que justificar.


Cada ciudad o pueblo tienen su encanto. Incluso el encanto hostil es un puto encanto.


Llegue a Manchester por necesidad. No fue agradable la estancia, pero si inolvidable.

Supongo que la musica pasada lo idealiza y fraterniza, de modo que esperas encontrar algo que no existe en el tiempo.


Aun así siempre quedan las sensaciones y momentos inolvidables, e incluso inexplicables, difíciles de razonar. Pero sigue siendo historia.




Las calles de Manchester susurraban “change.. change pleas”.



Un día hablando con una chica de Manchester que conocí por un grupo de españoles de internet, me dijo que no sabia de donde habían salido tantos vagabundos. Me dijo que últimamente hay mas.

Hablaba español, era abogada y de origen francés. Supongo que era una de esas personas a las que se les dan bien los idiomas, generalmente son hispanófilos a los que les encanta la cultura hispana y todo lo que conlleva ella, de ahí su gusto por el idioma.


Cuando es tu primera vez en Inglaterra lo notas, pero sobre todo lo notas a la hora de cruzar la calle o al conectar un cable. A la hora de cruzar una calle tu instinto siempre mira al lado equivocado de la dirección del trafico. Es un error que puede costar mas de un susto.


Una impresión general de como era Manchester me recuerda al ladrillo. Lo recuerdo industrial, pequeño y enladrillado. Pero sobre todo lo recuerdo porque me encontré con un catalán. Un tipo de lo mas interesante y curioso, con su barba y su loca extroversión.


En principio llegue hasta Inglaterra y exactamente hasta Manchester, por un amigo. Mas o menos parecido o igual a como llegue a Nuremberg.


El caso es que se estaba volviendo insostenible la situación de no poder ganar ni un duro antiguo.


De modo que le pregunte a un amigo que trabajaba en Manchester si podia dormir en su casa hasta encontrar un trabajo.

Le pregunte “tu crees que si voy a repartir unos curriculums encontrare algo?”


Me dijo que si empapelaba toda la ciudad encontraría algo. Insistí mucho en que me diera una respuesta, de modo que me aseguró que encontraría algo.





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